lunes, 22 de junio de 2009

Que ellos lo vean

Anoche, cuando llegue a casa tras despertar del sueño en el que habíamos estado sumidos durante estas seis últimas semanas, fui a la habitación de mi hija donde ella si seguía soñando con sus hadas y sus princesas. Le di un beso en la frente y con un nudo en el estómago le susurré al oido: “Peque, hemos perdido. Nos quedamos en segunda B”. Ajena, se dio la vuelta y se enroscó en su almohada.

Antes de irme de su dormitorio miré de reojo el poster del equipo que ella misma colgó a los pies de su cama. Respiré hondo y apagué la luz pasillo.

Lucía va camino de cuatro años –aunque aún le quedan unos meses- y sabe que su abuelo, su padre y ella son primero del Real Jaén. Ayer, antes de irnos al campo nos había dedicado su particular versión del himno del maestro Sapena. Hoy aún cantaba por el pasillo de casa el famoso “a por ellos”. Bendita ingenuidad infantil.

El fútbol les debe una a Lucía y a su hermana Irene, a los hijos de Sito, a los peques de Juan Carlos, a todos los hijos que ayer recibieron las buenas noches más amargas de sus "futboleros" padres. Lo que el fútbol nos quitó una noche de junio que el destino se lo devuelva a ellos con creces y que sus ojos vean a su equipo en segunda y hasta en primera división.